En mi blog personal he dicho, cierta frecuencia, que estoy leyendo y “escribiendo” fantasía medieval y épica desde que tengo 17 años. Eso hará cerca de 15 años con mis altas y bajas. No vale la pena contarles como fue mi inició con este género de la literatura. A fuerza de ser sincero, no tiene mucha gracia y no influye en el relato.
De lo que deseo hablar es sobre un punto que nunca tomé en cuenta hasta que vi los videos sobre los monográficos de fantasía hechos Roberto Alhambra. Ellos la pregunta ordenadora era: ¿Hay vida más allá de George RR Martin? En esta se reflexionaba sobre los actuales autores de fantasía y la situación del estado del arte. En medio de esas charlas surgió un concepto que me trae aquí, y sobre los cuales otros han hablado y yo quisiera pontificar: La Dragonada
¿Qué es la dragonada?
La respuesta a esta interrogante la planteó Brandon Sanderson, autor de Elantris y la Saga Nacido de la Brumas, en la siguiente frase.
Muchos escritores contemporáneos, algunos de ellos muy buenos, se han restringido a sí mismos al estándar asumido de la fantasía. Escriben relatos sobre jóvenes héroes que son llamados a una búsqueda misteriosa, ambicionan el poder y llegan a la madurez al superar sus tribulaciones. Siguen el Síndrome de Campbell paso a paso, e intentan estar seguros de que no dejan nada al margen.
El movimiento ha ganado tal impulso (en parte por Tolkien, cuya obra exhibe el Mito del Héroe pero no lo sigue) que se ha convertido en sinónimo de fantasía. Y, a causa de ello, el género está amenazado de estancamiento
Traducción de un fragmento del texto original en el prólogo de Elantris de Miquel Barceló
Antes de continuar con nuestra disertación hay que responder a las preguntas ¿Quién es Joseph Campbell y de que está hablando Sanderson? A grandes rasgos de él podemos decir Joseph John Campbell fue un mitólogo, escritor y profesor estadounidense, mejor conocido por su trabajo sobre mitología y religión comparada. Su obra es vasta, abarcando muchos aspectos de la experiencia humana. Su filosofía es a menudo resumida por su frase: “Persigue tu felicidad”.
También es conocido por su obra: El Héroe de las mil caras el cual es un libro publicado en 1949, que trata el tema del viaje del héroe, o monomito, un patrón narrativo que se ha encontrado en las historias y leyendas populares. Según Campbell, el héroe suele pasar a través de ciclos o aventuras similares en todas las culturas; resumido en la tríada: Separación – Iniciación – Retorno. Se considera una referencia obligada para los realizadores al filmar una película épica.
Ya con las coordenadas de los autores y de aquellos que queremos hablar, no queda más opción que preguntarse ¿en síntesis de que estamos hablando? De que la aplicación a rajatabla del esquema del Héroe de las Mil caras, ha estancado al género fantástico, de tal forma que ya es imposible diferenciar a uno del otro. Ahora bien podemos decir que la Dragonada y el Síndrome de Campbell no son en esencia lo mismo, sino que la segunda ha bebido de esta, y también de los juegos de Rol, en esencia la Dragonada es una consecuencia, un subproducto
¿En qué consiste la dragonada?
Fueron, y son, aquellas novelas que dentro del género de fantasía épica medieval repiten la fórmula de Campbell una y otra vez, que siguen estereotipos y cliché relacionado con el héroe y el viaje iniciático, y que a veces parece que los autores han tomado sus partidas de rol, les han dado la vuelta, han hilvanado un poco y las han presentado como novelas. Este esquema se repitió buena parte de los noventas, y no se puede negar que algunos disfrutamos, como kenders con sobredosis de azúcar, con esa estructura. Dos de mis sagas favoritas: Las Crónicas y Leyendas de la Dragonlance están dentro de este esquema y lo siguieron a cabalidad. Las novelas que surgieron, como hongos, alrededor de estas franquicias y sus hermanas, con mayor o menor calidad, siguieron ese formato, tanto que algunos llegaron a agotar a los lectores, entre ellos yo.
¿Es mala la Dragonada?
La verdad es que no. Para ser sincero, las posturas y etiquetas maniqueas, amén de las generalizaciones, son más dañinas que benéficas. De entrada la dragonada no es mala, afirmar eso iría en contra de lo que dicho con antelación. La dragonada y el síndrome de Campbell tienen una falla y es que cansan a la larga, y que para los tiempos modernos, pecan de ingenuas. La dragonada no está mal, para lectores jóvenes e iniciados es la forma idónea para ir abriendo camino hacía lecturas menos ingenuas, es como comer compota antes de comerse un buen filete con papas y ensalada. Y debo comentar, que de vez en cuando para los viejos no nos cae mal, al fin y al cabo nos retrotrae a esa época donde empezamos este camino, cuando nos enamoramos, a esos sentimientos insuperables y únicos. Debo confesar, que ninguna obra moderna me ha generado tanta congoja como la muerte de algunos personajes de las Crónicas de la Dragonlance, por poner un ejemplo.
¿Qué impacto tiene la dragonada para un lector?
La verdad que al estar acostumbrado a ella, te puede chocar un poco cuando abordas a los nuevos autores, quienes han trascendido estos esquemas. También, cuando abordar estos esquemas sueles saber por dónde vienen los tiros, lo cual te quita algo de la sorpresa.
¿Entonces?
La Dragonada, a primera vista, parece una rémora, un fenómeno, tal como acotó Sanderson, que está estancando al género. Pero lo cierto es que no tiene por qué ser así, en realidad es un esquema que sirve como base, y tal como ha hecho Joe Abercrombie, puede dársele la vuelta. Puede trascenderse y pulirse o puede servir de plataforma para crear nuevas fórmulas. Sin las Dragonadas que inspiraron Tolkien y otros, no habría espacio o mercado para autores que se han vuelto referencia como George RR. Martín o Patrick Rothfuss y el mismo Sanderson. Es cierto que, como escritor y lector, es un poco difícil para trascender la formula, pero ya es cuestión de gusto de cada quien. La Dragonada es, entonces, como cilantro… es buena, pero no tanto.
Ya para cerrar, quisiera saber ¿qué opinan de la Dragonada? ya sea como lector, ya sea como autor. ¿Tiene mérito? ¿Es una rémora? O como las crisis ¿Es una oportunidad?
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