Durante mi participación en el proceso creativo y técnico de la Revista Quinta Raza, que tiene como finalidad presentar una fantasía heroica diversa, Paulo, Jorge y quien escribe, nos encontramos frente a un fenómeno curioso. Los escritores latinoamericanos, pues inicialmente hemos solicitado relatos a autores de la región, parecieran no comprender lo que es la fantasía heroica. De acuerdo a lo leído, para nuestros colegas fantasía heroica, fantasía épica o Alta fantasía y Realismo mágico entran en el mismo saco. Lo más interesante, y preocupante para quienes estamos lanzando un proyecto que pretende promover la fantasía heroica con tintes iberoamericanos y precolombinos, es que las concepciones inherentes al realismo mágico son las que imperan.
Partiendo de dicha premisa, es evidente, que el gran adversario a vencer no serán aquellos que se opongan a la idea de diversidad —que deben andar por allí—.No, al parecer debemos pelearnos con el realismo mágico. Para ello, es menester realizar un trabajo de hormiguita, que empieza por definir con claridad ciertos conceptos. Por ello, en este artículo, muy pretenciosamente, tengo la intención de establecer la diferencia entre los conceptos antes mencionados, y como puede diferenciarse del M&N que, en un inicio, es lo que estamos promoviendo.
No me voy a meter en honduras, y ponerme a relatar cuando surge el género fantástico en la literatura, cuando y como surge la Fantasía épica, la heroica y el realismo mágico. No, para ser sincero, ya en este blog y en varias páginas de internet, entre ellos la gran Wikipedia, hay uno buenos artículos sobre el tema. Por ello, lo primero que haremos será precisar que entendemos por X ó Y cosa, para a posterior hacer nuestra comparación.
Por fantasía épica o alta fantasía comprendemos esta vertiente de la literatura fantástica, donde el elemento maravilloso es cotidiano o todo el relato está inmerso en él, el autor busca dar la verosimilitud al hecho, pero eso parte de un trabajo de construcción de mundo. En este tipo de fantasía el personaje principal suele seguir la Senda del Héroe (tal como bien expone Campbell) y toda la trama está marcada por una grandilocuencia y epicidad única. En este relato la meta es salvar al mundo, poner fin a un mal o traer el equilibrio. Es, en gran medida muy inspiradora, colorida y animada, positiva. Además de tener una moral más definida, especialmente en términos de blanco y negro.
Ejemplos de dichas obras en el arte y el entretenimiento, tenemos a por montón: desde el Señor de los Anillos hasta llegar a Harry Potter. Siendo laxos podríamos meter en este saco a la Guerra de la Galaxia (especialmente la segunda trilogía, que fue la primera en hacerse) y Matrix.
En cuanto a la Fantasía Heroica, esta es pariente de la primera, pero tiene otras características. Empezamos por el hecho de que, en la mayoría de los casos, también nos encontramos inmerso dentro de lo maravilloso. Los mundos pueden ser inventados, ocurrir en el pasado o el lejano futuro del nuestro, pero no forman parte de nuestra realidad.
No suele estar marcado por la grandilocuencia o la epicidad, aquí el objetivo no es salvar el mundo, el mundo tiene poco interés —tanto para la trama como para construcción del relato— lo trascendente es el personaje principal, nuestro héroe. Es curioso, que en la fantasía heroica el protagonista no sigue lo establecido por Campbell, los héroes lo son más en el sentido clásico homérico que en el sentido socrático o cristiano. Donde uno es el elegido, destinado a luchar contra las fuerzas del mal, el otro es un paria, un marginal que desea labrarse camino en un contexto que le es diferente, adverso, nuevo u hostil.
Otro elemento trascendente de la fantasía heroica es la moralidad. En su hermana las cosas son claras: bien vs mal, orden vs caos. Hay cierta dicotomía, los malos son muy malos, los buenos muy buenos. Hay conductas que son vistas como buenas: cazar orcos está bien, pero cuando ello salen de Mordor para ir de farra eso está mal. Cabe señalar, que en tiempos recientes esta corriente está cambiando un poco, pero no del todo.
Por su parte, la Espada y Brujería no es así. Aquí no queda claro si eres chicha o limonada, hay todo un espectro de grises, cosa que ponen a prueba los valores del héroe y le otorgan cierta profundidad. Elric debe volverse contra todo su sistema de creencia y tradiciones para salvar a alguien o a sí mismo. Solomon Kane es un puritano que combate al mal, pero está dispuesto a aceptar la ayuda de un medico brujo africano, o Conan que en algunos momentos de su vida fue ladrón, pero nunca mató sin una razón.
Todo esto nos permite reducir al fenómeno a una expresión sencilla: la fantasía heroica exalta la voluntad y la individualidad antes que todo.
Entonces ahora pasamos al Realismo mágico, ese es definido como un movimiento artístico que surgió a mediados del siglo XX, se caracteriza, entre otras cosas, por la preocupación estilista y el deseo de mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano. No se le considera una expresión literaria mágica, cuya meta es suscitar emociones, todo lo contrario busca expresarla, especialmente frente a la realidad.
De acuerdo a ciertas fuentes: El término fue usado por un crítico de arte, el alemán Franz Roh, para describir una pintura que demostraba una realidad alterada, y llegó al idioma español con la traducción en 1925 del libro Realismo mágico (Revista de Occidente, 1925), que fue en gran medida influenciado por las obras surrealistas de la escritora chilena María Luisa Bombal.
Posteriormente, en 1947, sería introducido a la literatura hispanoamericana por Arturo Uslar Pietri en su ensayo El cuento venezolano al decir, y citamos:
Lo que vino a predominar en el cuento y a marcar su huella de una manera perdurable fue la consideración del hombre como misterio en medio de datos realistas. Una adivinación poética o una negación poética de la realidad. Lo que a falta de otra palabra podrá llamarse un realismo mágico.
Las características del realismo mágico son las siguientes (es imperativo acotar que algunos de estos elementos están presente en muchas novelas, pero no en todas)
· Contenido de elementos mágicos/fantásticos, percibidos por los personajes como parte de la "normalidad".
· Elementos mágicos tal vez intuitivos, pero (por lo general) nunca explicados.
· Presencia de lo sensorial como parte de la percepción de la realidad.
· En términos de espacio, la mayoría se ubica en los niveles más duros y crudos de la pobreza y marginalidad social, espacios donde la concepción mágica, mítica se hace presente.
· Los hechos son reales pero tienen una connotación fantástica, ya que algunos no tienen explicación, o es muy improbable que ocurran.
· Se refiere a la novedad de los personajes irreales que siempre actúan sin actuar, es decir, que la capacidad del personaje se ve reflejada en cada letra de la novela.
Como se puede observar hay grandes diferencias entre este estilo y lo que venimos diciendo con anterioridad, pero la más importante es la inmersión. En la Fantasía Épica y la Heroica solemos encontrarnos inmersos en lo fantástico; mientras que en el realismo mágico no es necesariamente así; allí los elementos son percibidos como cotidianos y no se busca la explicación.
Por su parte, en la Fantasía épica y heroica se trata de explicar o darle coherencia a estos fenómenos, porque una de las obsesiones es —al margen de la suspensión de la credibilidad— dar la sensación de que es verosímil. Pero creo que la característica de verdad es la última: los hechos son reales pero tienen una connotación maravillosa, debido a su naturaleza improbable.
En síntesis: el realismo debe ocurrir en la realidad o lo que consideramos como tal. No importa si las historias ocurren en Guatire, Bahía Blanca o Torreón, o tal vez en un pueblo perdido y oculto como Macondo o Choro-Choro. Pero debe haber una certeza de que nos encontramos aquí. A diferencia de las otras corrientes, que no necesariamente transcurren en la realidad.
Ahora cabe preguntarse: ¿Qué ocurre con la M&N? el gran dilema con nuestra propuesta y el realismo mágico radica en que muchos escritores y lectores consideran que debemos estar más apegados al componente realista e histórico. Por ejemplo, para cierto sector el uso de expresiones o vocablos europeos o castellano chocan, el hecho de ajustar algunos elementos de la realidad que emulamos hace ruido y rompen con el mundo o su construcción. La simple idea de recrear un mundo inspirado en la cultura maya o azteca, y usar monedas de oro o plata o jade para facilitar los intercambios comerciales, en vez del trueque o el cacao —que en dichas culturas se usaban para los intercambios comerciales— a algunos les parece que rompen mucho con la idea. Para quien escriba, no es así. Ya que un escritor, mientras no rompa ese pacto de credibilidad entre lector-escritor, todo es, o debería, de ser permisible. Si nos apegáramos a esa forma de pensar, estaríamos haciendo ficción histórica o realismo mágico.
Nuestra pugna entonces es tratar de hacerle comprender al lector y al escritor hispanoamericano —que da la impresión de no estar muy familiarizado con la fantasía heroica— que para crear y disfrutar una obra de este estilo y género no hay que estar totalmente apegado a la realidad. Uno tiene manga ancha y una serie de recursos de los cuales puede y debe valerse para hacer nuestras historias atractivas.
El deseo no es reflejar la realidad como fue con un tinte fantástico, sino tomar ese folclore y usarlo para crear historias entretenidas, que nos enamoren, que nos emociones, que nos permitan escapar del gris y el tedio de la vida; siguiendo algunos lineamientos inherentes a la fantasía heroica y la épica, para de verdad darle a este género un nuevo sabor.
Y, si en el camino logramos despertar el interés por nuestra cultura o cualquier otra cultura diferente a la Europa anglosajona o central, entonces habremos logrado algo.
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